En estos últimos 17 meses, la humanidad entera hemos vivido en la incertidumbre, en la zozobra por la enfermedad, el dolor y la muerte que ha causado el COVID 19. Esta pandemia nos ha dejado más vulnerables, nos ha revelado una certeza en la quepoco pensamos: todos vamos a morir. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Con sufrimiento o en paz? ¿En soledad o en compañía de nuestros seres queridos?¿Qué nos espera después de la muerte?
En este mes celebramos la Asunción de María al cielo, fiesta que nos recuerda esta realidad: quien vive en amistad con Dios y muere en su presencia, vive para siempre.
Pero, ¿cómo vivir y morir en la presencia de Dios? Madre Martha nos ayuda a encontrar la respuesta, al decirnos: “Busquemos en el silencioso cumplimiento de nuestro deber, la manera de siempre agradar a Dios, y únicamente a Él. Si así lo hacemos, ya nada deberá preocuparnos”.
No busquemos falsas recompensas: el halago de las personas, quedar bien, cuidar la propia imagen, pregonar las buenas obras. Agrademos sólo a Dios y busquemos su gloria, lo demás, vendrá por añadidura.
Sus palabras hacen eco a las de Jesús, cuando nos dijo: “Tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda, lo que hace tu derecha. Así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mt 6,3-4).
Vivir y morir en amistad con Dios, es dejar que Él actúe en nuestras vidas, haciendo lo posible para agradarle en todo momento y esperar, confiadamente, que la recompensa venga de su mano, a su debido tiempo, cuando Él nos llame a su presencia.
¿Cuáles son tus falsas recompensas? ¿Qué harás para vivir y morir en amistad con Dios?
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