Estamos celebrando el año dedicado a San José. Con “corazón de padre” amó José a Jesús, le dio la identidad legal e hizo de su vida una donación total de sí mismo, al servicio de María su esposa y del Mesías que nació en su casa.
El Papa Francisco, nos invita a reflexionar en esta figura extraordinaria, tan cercana a nuestra condición humana, sobre todo en estos tiempos de pandemia en los que hemos experimentado que muchas personas con su vida sencilla y entregada, están escribiendo los acontecimientos decisivos de nuestra historia, tal como lo hizo San José: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y huye a Egipto; quédate allí hasta que te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo” (Mt 2,13).
La sierva de Dios Martha Christlieb, también nos invita a contemplarlo: “Vivamos la vida de San José: su amor al trabajo, su sentido de responsabilidad, su paciencia, su amor a Jesús y a María, su fe”.
San José, movido por su fe, hizo en cada momento de su vida lo que el Señor le revelaba. Cuántas personas, hoy en día, movidas por la fe y el amor están salvando vidas desde las distintas labores que Dios les ha confiado, han dejado sus casas para ayudar a otros, se han levantado de una pérdida afectiva y han sido solidarias con el que sufre. Cuánta gente, cada día, demuestra paciencia e infunde esperanza para no sembrar pánico, sino corresponsabilidad.
La grandeza de José está en su amor a Jesús, a María y su obediencia al Padre, creyó y se levantó, llevando consigo los tesoros de Dios más preciados.
¿De qué necesitas levantarte para cuidar los tesoros que Dios te ha confiado?
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