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Nuestra Causa

La Madre Martha de la Inmaculada era muy solicitada para obtener su consejo: le hablaban, le escribían, le consultaban incluso sacerdotes. Muchos seguimos orando por su intercesión ante la Virgen María, por nuestras necesidades y para agradecer a Dios los caminos que ha elegido para cada uno.

 

Después de su muerte se continúan recibiendo testimonios de favores concedidos a través de su intercesión.

 

Quienes estaban a su alrededor apreciaron y valoraron sus virtudes, como su humildad, su alegría, su pureza, su generosidad, abnegación, abandono de sí misma para hacer el bien a sus semejantes, su sentido del humor, su gran amor y devoción a la Virgen María, a la Eucaristía, al sacerdocio, al espíritu familiar.

 

También es digno de admirar en ella, su crecimiento espiritual que la llevó al dominio de sus defectos, propios de su humanidad, como el control de su enojo ante la imperfección, ante la pereza, ante la debilidad de carácter.

En Madre Martha de la Inmaculada, se hicieron realidad las palabras que alguna vez le dijera el venerable Padre Félix de Jesús Rougier, fundador de los Misioneros del Espíritu Santo: "Martha, hágase santa, pero sin que usted lo sepa".

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El cáncer, enfermedad que finalmente se la llevaría apenas entrara ella en su etapa de adulta mayor, la consumió lenta y dolorosamente. La Madre Martha se puso en manos de Dios desde el inicio de su deterioro dos años antes, ofreciendo calladamente su dolor y sufrimiento. Se mortificaba mucho por las molestias que daba con su enfermedad a sus hermanas, quienes aun sabiendo que se unió a la Virgen María, con su hijo Jesús y Dios Padre, la despidieron con tristeza el 9 de mayo de 1975, entre una multitud que la amaba.

 

Su recuerdo y conocimiento de sus vivencias, anécdotas y virtudes hicieron que sus hijas religiosas y otras personas solicitaran abrir el proceso de su Causa de Canonización el 16 de enero del 2003, siendo entonces Monseñor Hipólito Reyes Larios, Obispo de Orizaba, ahora Arzobispo de Jalapa.

 

El lema de su proceso de canonización, y el cual resume toda su vida, es: Toda de María para Jesús.

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ORACIÓN...

 

Padre Bueno, que al mirar con amor a tu Sierva Martha de la Inmaculada, le concediste el don de un inmenso amor y especial devoción a la Virgen María Madre de la Iglesia, te pedimos nos ayudes a vivir como ella lo hizo, en la fidelidad a tu gracia y en el servicio a nuestros hermanos como miembros de tu Iglesia. Concédenos por intercesión de tu sierva Martha de la Inmaculada, la gracia de... (se pide la gracia que se desee). Y que un día la veamos en los altares. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

Rezar tres Avemarías, Gloria al Padre... y la jaculatoria: ¡Que me ganen en todo Madre mía, pero en amarte no, Virgen María!

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