
“Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?” (Lc 10,25), preguntó el maestro de la ley a Jesús. Él le dijo: “¿qué dice la Biblia, qué lees en ella?” Contestó: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo… ¿y quién es mi prójimo?” (Lc 10, 26-29), preguntó el maestro de la ley. Entonces Jesús le presenta la parábola del buen samaritano y termina con una frase contundente: “Ve y haz tú lo mismo” (Lc 10,37).
Alguna vez te has preguntado ¿quién es tu prójimo y cómo puedes amarle? Es más, ¿te has planteado amarle conociéndole o amarle aún sin conocerle? ¿Has experimentado el llamado de Jesús en tus semejantes a atenderlos o ayudarlos en sus necesidades?
Si alguna de tus respuestas ha sido afirmativa entonces el texto de la sierva de Dios Martha Christlieb, sin duda, es especialmente para ti. Ella, ha traducido el “ve y haz tú lo mismo” en este mensaje sencillo y profundo: “podemos y debemos ser mensajeros de la Divina Caridad, que nos dará recursos inagotables para acercarnos a las almas, para ganar esos corazones y llevarlos a Dios. Esa Caridad, la auténtica, la que se traduce en dar y darse, ya que sólo así obra naturalmente el amor, no solamente trata de aliviar las miserias, las necesidades, sino que nos llevará a investigar las causas que lo originan para tratar no sólo de aliviarlas, sino de eliminarlas. La Caridad auténtica, nos hará escuchar siempre con paciencia y con bondadoso interés; nos hará proceder y aconsejar con prudencia y con discreción, con suavidad y energía; actuar con abnegación, con celo delicado y exquisito tacto”[1].
En la actualidad mucho se habla de la dignidad humana, de promoverla y de luchar para que la persona sea y viva en su mejor versión. El Papa Francisco nos invita a poner a la persona en el centro, a escucharla y promover una educación integral que abarque todas las dimensiones del ser humano. Madre Martha lo vivió, buscó elevar la dignidad de las personas a través de acciones concretas, atendiendo a sus necesidades o miserias, y, además, nos invita a investigar las causas que lo originan para tratar no solo de aliviarlas, sino de eliminarlas, contribuyendo así a elevar la dignidad humana y mejorar la calidad de vida de las personas.
Si te has dejado interpelar por el evangelio y la invitación de Madre Martha, “ve y haz tú lo mismo” (Lc 10,37).
¿Quién es tu prójimo? ¿conoces sus necesidades? ¿sabes las causas que originan esas necesidades? ¿cómo puedes contribuir a que mejore su calidad de vida?
[1] AHSVCFE I.5.4.7. Fondo Martha Christlieb, Escritos Espirituales. 13 octubre 1952.
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