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Foto del escritorNayeli Reyes Loyo, svcfe

La Caridad debe ser ordenada



Hay un canto que versa: “amar es entregarse, olvidándose de sí, buscando lo que al otro pueda hacerle feliz, ¡qué lindo es vivir, para amar!, ¡qué grande es tener para dar! ¡dar alegría y felicidad darse uno mismo eso es amar…!”

 

Jesús en el Evangelio nos ha dado su mandamiento nuevo: “ámense los unos a los otros, como yo los he amado” (Jn 15,12). Y, ¿cómo nos ha amado Jesús? Él mismo nos da la respuesta: “nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando” (Jn 15, 13-14). Él dio su vida por nosotros, nos ha considerado sus amigos desde siempre, solo espera que nosotros recibamos ese amor, aceptemos su salvación y nos volvamos sus amigos.

 

Entonces, ¿se puede mandar a amar?, Sí, porque “Dios es Amor” (1Jn 4,8) y su invitación, petición o mandato consiste en dejarnos amar por Él, en dejarnos encontrar por Él, aceptar su amor y, desde Él, aprender a amar, a servir, a entregarse. Porque el amor consiste en que “Dios nos amó primero” (1Jn 4,10) y creer en su amor. San Juan nos lo dirá “hemos conocido y creído en el amor que Dios nos tiene” (1Jn 4, 16).

 

Todas las personas primeramente experimentamos el amor y desde ahí hemos aprendido a amar. Por lo que el mandamiento nuevo del amor consiste, primeramente, en dejarnos amar por Dios, abrirle las puertas de nuestro corazón y, después, desde el Corazón Divino de Jesús, aprender a amar como Él y con Él.

 

Madre Martha comprendió en su corazón en qué consiste la caridad, la forma como debemos amar. En uno de sus escritos nos comparte:


“Los exhorto a vivir con más alegría la vida cristiana, de tal manera que pueda externarse esa alegría, y comunicarla […]. Me encontré unas palabritas de nuestro padre Edmundo Iturbide que me han hecho pensar mucho: ‘Necesitamos amarnos unos a otros, y como la Caridad debe ser ordenada, debemos empezar por amar sincera y decididamente a nuestros hermanos, a aquellos con quienes vivimos, hasta procurarles que verdaderamente sean felices’ […].

Necesitamos pensar en ello y preocuparnos por sobreponernos a la dificultad del ambiente actual, ver en los demás solamente almas que ayudar, almas que ofrecerle a Jesús; en los casos más difíciles, almas que conquistar, también para ofrecerlas a Jesús, tratando de que, por parte nuestra no quede nada por hacer”[1].

 

 ¿Quieres aprender a amar como Jesús? ¿Cómo experimentas su amor? ¿Qué harás para practicar ordenadamente la Caridad, esto es, el amor?



[1] AHSVCFE I.2.3.637. Fondo Martha Christlieb, Cartas a Hermanas de la Vera Cruz Hijas de la Iglesia, 14 enero 1963.

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