En el llamado discurso de despedida donde Jesús ora al Padre por sus discípulos, le pide que sean santos por medio de la verdad y se ofrece a sí mismo para que así sea: “Haz que ellos sean completamente tuyos por medio de la verdad; tu palabra es la verdad… Por ellos yo me consagro a ti, para que también ellos se consagren a ti, por medio de la verdad. Pero no te ruego solamente por ellos, sino también por todos los que creerán en mí gracias a su palabra” (Jn 17, 17-20).
Es reconfortante leer y meditar que, en esa bella oración, llamada sacerdotal, también estamos incluidos aquellos que hemos creído en Jesús gracias a la predicación de los apóstoles, transmitida de generación en generación por más de dos mil años. Pues, cuando Jesús oró por sus discípulos lo hizo también por cada uno de los creemos en Él y por las generaciones venideras que así lo harán.
Ahora bien, ¿qué significa ser completamente de Dios por medio de la verdad? ¿Qué significa ser santificados en la verdad? Es vivir con congruencia y transparencia nuestro ser de cristianos, es decir, que haya coherencia entre lo que pensamos, decimos y actuamos, de manera que no demos cabida a la mentira, a la doblez, a la hipocresía ni a la falsedad. Es vivir como Jesús vivió, con la certeza del amor del Padre.
¿Y cómo lograrlo? Una manera práctica es ejercitando la virtud de la humildad, pues como decía santa Teresa de Ávila “la humildad es andar en verdad”, la cual consiste en tomar conciencia de lo que realmente somos, con nuestros vicios y virtudes, y construir la propia vida a la luz de la verdad que es Cristo Jesús. Desconfiando de todo aquello que pueda ser ostentoso, superfluo, falso o aparente.
Madre Martha anhelaba profundamente ser toda de Dios, vivía en la congruencia, en la verdad y con humildad, deseaba su santificación y la de los demás; por ello comparte su camino, queriendo dar respuesta al deseo de su padre espiritual: “El Padre Edmundo tiene obsesión por la santificación personal, pero por una santificación como la de la Virgen María: en el silencio, en el ocultamiento, en el fiel y delicado cumplimiento del deber, por amor. Él siempre ha desconfiado, y quiere que nosotros desconfiemos de esas santidades ruidosas, alborotadas, mitoteras; siempre ha querido y ha tratado de inculcarnos que estemos sólidamente arraigados en la virtud; siempre ha querido y nos ha repetido que quiere que nos santifiquemos en la verdad”.[1]
¿Qué experimentas al saber que Jesús oró por ti antes de morir? ¿Quieres vivir en la verdad y santificarte? ¿Cómo podrías practicar la virtud de la humildad?
[1] AHSVCFE I.2.1.2. Fondo Martha Christlieb, Cartas a Hermanas de la Vera Cruz Hijas de la Iglesia, 19 abril 1962.
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